15 mayo, 2007

Diez


Escaparé del laberinto de sentimientos
que hoy inunda todo mi ser

Para luego vaciar esta silente soledad
en vasos helados con hielos de ilusión
Colgaré del quicio de la luna
la hipocresía de esta vida mía
Arrancaré todas las estrellas centelleantes que pueda
y las introduciré en lo más profundo de mi alma, hastiada
Limpiaré todo el hollín que quedó impregnado en mi ropa
acumulado por tantos años de insignificante derrota
Vomitaré todos mis recuerdos sobre el cielo oscuro
y el vacío que padeceré entonces será la verdad

Escaparé del laberinto de sentimientos
que siempre inunda todo mi ser

Para acabar escribiendo todo esto; sobre la luna amarilla, sobre el sol gris, sobre la tristeza oscura, sobre el mar blanco, sobre la alegría azul, sobre la arena roja, sobre el cariño verde, sobre la soledad incolora

17 abril, 2007

Gracias primo

Ya sé que canso, que soy cansino, que aburro, que no hay nada nuevo en lo que cuento... pero es mi blog... y como editor de él yo decido lo que vomito y, por el contrario, los tropezones que se quedan en mi interior para mi posterior disfrute... Dicho y hecho.
El caso es que estoy extraño. He terminado las prácticas en Pozaris TV y mi vida universitaria deja mucho que desear... Sin una motivación mínima es muy difícil acudir 4 horas seguidas a que un profesor te flagele con sus latigazos verbales sobre temas que, realmente, te importan lo mismo que las miserias de tu alrededor... de modo que me quedo en casa... pero he ahí lo extraño de mi caso.
Llevo tanto tiempo sin vagabundear por mi confortable hogar que en estos momentos me siento un extraño. Esta tarde mismo me he acostado para dormir la siesta. A eso de las 5, asustado porque un hilillo archicaliente de líquido extrañamente dulce surcaba mi mejilla izquierda, he despertado... y ¿adivinan lo primero qué he hecho? Patético: me he lavado los dientes y me he calzado las deportivas... pero ¿para qué? para nada, porque no tenía lugar al que ir... generalmente con la vida tan estresante que llevaba (la gente que me conoce sabe que este año estoy desaparecido en combate) no me daba tiempo a pensar, lo hacía todo absolutamente automático. De ahí que este movimiento reflejo que he hecho esta tarde haya sido un vestigio de mi anterior vida (hablo de hace menos de 3 semanas). Pero ya no. Ahora las cosas han cambiado... aunque no por mucho tiempo.
Mi oficio de camarero en las BBC (gracias triunfitos por esa denominación, es lo más inteligente que ha podido salir de vuestra masa gris) me va a llevar a pasarme los findes que restan de abril y mayo sirviendo mesas... y también, porque no decirlo, a llenarme el estómago de refrescantes bolos de cerveza (joder, no todo va a ser malo).
Lo último y prometo callarme. El otro día, fiesta en Macondo por su particular homenaje a la huerta, me encontré a mi primo. Hacía no sé el tiempo que no le veía la jeta y nada más encontrarnos lo primero que él me soltó fue un: "Coño primo, pensaba que estabas muerto"... dudo que él vaya algún día a leer este post, pero si lo hiciera me gustaría agradecerle esa frase mortal. En serio, me abrió los ojos (todavía no estaban entornados por el dulce efecto de Dionisio) y me hizo ver que lo que hay que hacer es salir más y trabajar menos: simple y llanamente eso. Que los veintey.. sólo se tienen una vez.
En fin... no sé si ha quedado muy claro lo que me interesaba ilustrar con este post... En resumen lo que quería decir no es más que EL TRABAJO NO DIGNIFICA A LA PERSONA y para ejercer mi oficio (¿sin beneficio?) ya tendré tiempo más adelante, cuando sea (infantilmente hablando) más mayor.

* Sonaba de fondo mientras escribía el post la BSO de Amores Perros que recomiendo le echeis un par de oídos (quien los tenga), y un par de ojos a la película.
* Ojo al vídeo, no tiene desperdicio... supongo que será un chicanito de esos que le gustan al Dr. Rubo el que lo ha realizado...

25 marzo, 2007

En estas estoy ahora...


Cuando el maldito tiempo nos atrapa, nos engancha con fuerza feroz y no nos deja salir. Nos arrastra hacia la inconsciencia, hasta el pensamiento automatizado. En esas estoy ahora. Totalmente enganchado por el espacio y el tiempo a un diario de tirada regional (LO); a una televisión de ámbito regional (Pozaris tv). Pero pronto quedaré liberado, aunque mi condición de eterno becario seguirá acompañándome hasta finales de junio, casi entrado el mes en el que las chavalas en top less y las cervecitas a orillas de la playa me transforman en un bípedo descerebrado.
En estos momentos lo único que soy es una hora y un lugar. Una extensión del ordenador, al que estoy atado gran parte del día. Una responsabilidad que me pesa como un panteón repleto de cadáveres (curiosa analogía que raya en lo coincidente de mi situación).
Hoy por hoy -también valdría decir mañana por mañana- tengo tantos jefes que ya se me olvidan sus nombres... Hay incluso veces que me llaman por mi nombre y tengo dificultades para reaccionar. No me encuentro, no acierto a adivinar si el que me busca se llama Javier o Roberto o doble Lola... Es complicado... todo debido a mi condición de eterno becario... pero eso pronto se va a acabar... pronto seré un eterno estudiante...
Todos lo veréis.

Nueve

Me disfrazo
de lo que no soy
para deambular
sin objeto
por estas calles manchadas
A mi paso,
cuando no tropiezo,
doy de bruces
contra:
otro que no es
uno que fue
uno que será (si el tiempo no lo desgasta)
otro que quería ser (pero el tiempo lo castigó)
Caminando, escuchando,
golpeando, observando,
pisando, pensando
Ando, ando
hasta llegar
a la nada
Retrospección interior
hacia mi nada
Cavilo, mientras ando,
escuchando los gritos,
el revoloteo de pensamientos
Es todo lo que no entiendo
lo que vislumbro cuando cavilo (andando o nadando)
Tropiezo y no caigo
Me veo reflejado
en un charco:
yo no soy ese (¿o sí?)
- Proceso, asimilo, nunca ejecuto –
Al final
vuelvo a casa,
a mi tranquilo hogar,
para dejar reposar
el torbellino
de pensamientos
Salí a pasear
y vuelvo nadando
Siempre me pasa
cuando decido disfrazarme de lo que no soy

12 febrero, 2007

El mundo de Tex II

No es que este incómodo, simplemente es que me he acostumbrado a este encierro.

Me han obligado. Realmente nací encerrado, por lo que no sé qué es la libertad. No soy como vosotros, no anhelo la paz ni la libertad: yo estoy en paz, yo soy la libertad.
No hay dios ni bicho viviente que se inmiscuya en mis asuntos.



Solo estoy y sólo soy. Es simple y llanamente eso: soledad pura y dura que he aprendido a arrastrar (no como vosotros, que la esquiváis en cuanto podéis).
De vez en cuando, cuando me dejan libre, me siento dislocado; perdido en un lugar en el que todo se escapa a mi control. Me siento como James Whitmore en Cadena Perpetua: acostumbrado a mi reclusión todo me parece extraño o nuevo -no sabría precisar la palabra-, pero el caso es que me siento vacío, inútil. Por eso siempre quiero volver, cuajado de miedo, a encajarme en mi jaula y no salir. No como James Whitmore: acabar escribiendo mi nombre en una viga de madera de un cuartucho mal amueblado, para luego dejarme vencer por la tristeza.

Porque sé que allá las cosas están peor que acá, donde todo y nada dependen de mí. Mi supervivencia castrada depende de los demás. De la familia del Sr. Nadie, porque -en concreto- si dependiera de este Nadie, mi dieta consistiría en trozos de patatas fritas y pedazos de jamon york... y algún trozo de sabrosa nuez.


Sigo preparando mi físico para cuando regrese mi hamstar. Sé que algún día volverá, porque me hizo una promesa:
- Si me voy es para volver, y a mi regreso nuestro amor será tan circular como la rueda en la que paseas. Yo quiero pelechar a tu lado.

Y me lo creí.

Aún hoy estoy esperando su vuelta.

Ocho


Los pájaros
de la muerte
con su plumaje negro
su pico anaranjado
y su sutil graznido agujereante
velan mis noches etílicas
Extraños
paseos nocturnos
donde, a menudo,
llegar a casa
se convierte en una proeza

07 febrero, 2007

¡Que asco!

1


Y aún habrían más, muchas más, cientos de más, miles de más, millones de noticias dantescas que no apedrean nuestra conciencia, ni nos hacen reflexionar, sino que nos producen un efecto repentino de odio. Pero odio ¿hacia qué? ¿Quién nos queda por ser odiado? ¿Y quién aclamado?. De cualquier modo, ese repentino sentimiento se desvanece al momento cuando nos cuelan cualquier otra información... y es que nuestro cerebro tampoco da para mucho más...
A veces me pregunto si realmente es el mundo el que está loco o soy yo el que lo está. Cómo es posible que hayamos llegado a esto, ¿como?.

¿Como puede existir tanto odio, campando a sus anchas, convirtiéndose en lo cotidiano? Hemos llegado a un punto en que ver, a la hora de comer, un niño desnutrido enganchado a la teta famélica de su madre -que ya no da más de sí- se ha convertido en lo normal. No nos afecta (¿realmente alguna vez nos afectó?), simplemente agachamos la mirada y seguimos comiendo nuestro sabroso plato de lentejas con chorizo.


Guerras, muertos, injusticias, desgracias ajenas. No hay más que leer, ver, escuchar cualquier medio para darse cuenta de que nuestra realidad más lejana -no la que nos toca, la que nos afecta directamente- se ha convertido en una espiral de violencia desgarrada que, día a día, contemplamos sin pararnos a reflexionar un sólo segundo (yo el primero por supuesto, ¡que asco!).

Cierto es que nuestra acción no valdría apenas de nada, pero ¿y que? ¿Cuántas conversaciones se escuchan en la calle sobre la gravedad del conflicto palestino-israelí? ¿Cuantas sobre el hambre que mata millones de niños al cabo del año? En cambio, ¿cuántas se pueden oír sobre Isabel Pantoja? ¿Cuántas sobre cuál es la verdadera razón de que Fabio Capello siga en el Real Madrid? No es que no me parezcan apropiadas estas conversaciones, todo lo contrario. Sería un necio si despreciara cualquier informacion... ¡por Dios! ¡inmersos en plena Sociedad de la Información! ¡donde todo adquiere una relevancia máxima! ¡donde un desinformado se convierte en un absoluto inculto! (como dice cierto personaje amarillo... ¡intentaba ser sarcástico!).


Impasibles ante un mundo que se hunde en una continua lucha contra el bien o contra el mal, ¡que asco!.

30 enero, 2007

Siete

Hay frases que se caen sobre tus senos
como arrojadas en un océano de nada
Siempre que te vas
puedo leer en tus labios
lo que aún no te he dicho,
lo que tu corazón espera oír,
para dejarse llevar por la calidez del momento
Constantemente buscas en mí
algo que ya te dieron (algo anciano y trasnochado)
Yo, sin embargo, sólo me dejo arrastrar
por la turbulencia de esos minutos
que creo sueños,
y luego plasmo en realidades
Tú y yo somos tan distintos
que, a veces, tras besar las yemas de nuestros dedos
-alejadas en los polos-
nos dejamos mecer en un mar de dudas cadavéricas
No somos mas que virutas de sueños
perdidas en un desierto,
en el que reinventamos el verbo amar
transformándolo en músculo y pellejo
Aún así
cuando te tengo,
cuando te amo,
cuando hemos conseguido construir
nuestro pequeño espacio en el mundo,
-alejado de voces extrañas-
aún así,
sigo dejando caer palabras sobre tus senos
que al rozarte se convierten en un océano de nada.

20 enero, 2007

Seis

Nubes negras como pozos.
Grúas de barro y cariño que encierran toda la diversión que ayer nos fue negada.
Pájaros ingleses en el cielo, bailan sobre mi mano (que está encerrada en mi cuerpo velludo).
Todo lo que me sugieres. Todo lo que sugiere escuchar tu voz sangrante. Todo, o casi todo, es lo que digo con mi bolígrafo mortecino.
- ¿Quieres ahora tomar el veneno que te llevará hasta la tierra más lejana que nunca hayas conocido?
- Tal vez – dice ella -
Me divierto en el país de la depresión. Me deprimo en el país de la diversión.
- ¿Quieres? ¿Quieres que vayamos juntos a una sesión?. ¿Quieres que esta noche lo pasemos realmente bien, tu y yo juntos?
- Tal vez – dice ella- Solo tal vez.
Solo tal vez. Siempre tal vez.
Mi mente está agujereada con tu esperanza ofensiva.
Excavando en mi cerebro he conseguido vislumbrar algún que otro recuerdo. De cuando éramos dos. De cuando me sonreías, y tus dulces sonrisas taladraban mis mejillas (mis mejillas de leche y ácido)
Todo lo que sugieres. Todo lo sugieres.
- No quiero ir a la sesión esta noche; o, tal vez, sí. Todavía no lo tengo claro. – dice ella.
Yo me debato entre la cima y el abismo, mientras tu coqueteas con tus juegos violentos de joder a palos rectilíneos (que no son palos rectilíneos, sino líneas zigzagueantes).
Todo. Todo lo que sugieres. Todo lo que sugieres se derrama en estos momentos a través de mi dócil cuerpo, hasta caer sobre una ambigua superficie de tela o papel o hierro o cemento o tierra o cielo.
Atisbo que la paz interior se encuentra en la pirámide de mi existencia.
¿Sabes? Los obreros siguen trabajando cuando cae la noche en la ciudad de plata.
Todo. Todo. O casi todo. O casi todo.
Aquí. Para siempre, en la inmensidad del tiempo que nos condena a cada uno de los que vomitamos nuestros sentimientos en esta tierra cambiante.
- ¿Sabes ya si acudiremos esta noche a la sesión?

Ella todavía no responde